lunes, 28 de febrero de 2011

¿Hacia arriba o en picada?: crece la polémica sobre cuánto valdría el dólar si el Central le soltara la mano

El billete verde se debate en medio de fuertes presiones. La lluvia de divisas que cae sobre el país lo debilita, pero la elevada inflación y la avalancha importadora tironean en sentido contrario. Analistas dan sus pronósticos. ¿Cuál es el tipo de cambio que no puede ser controlado?


La cotización del dólar está siempre presente en la vida de los argentinos.Más allá de si permanece estable o al alza, siempre despierta interés en particulares y ahorristas.Cuando está quieto preocupa y si se mueve también.
A lo largo de las últimas décadas, la historia argentina es muy rica en cuanto a los "experimentos cambiarios" llevados a cabo por las autoridades económicas de turno.

Así, se pasó de un billete verde "recontra alto" al 1 a 1. Luego, tras la salida de la convertibilidad, se ingresó en una nueva etapa con dos momentos claramente diferenciados:

El primero, que abarcó el lapso en el que la moneda estadounidense se reacomodó en forma traumática, incluso por encima de las expectativas oficiales.

El segundo, marcado por la férrea intervención del Banco Central, en un régimen que fue denominado de "flotación administrada".

En este último período, que arrancó a principios del 2005, el rol de la autoridad monetaria resultó fundamental.

Claramente este sistema hizo que el peso comenzara a transitar un camino diferente respecto al recorrido efectuado por otras monedas de la región.

Es el caso de Brasil, Chile o Uruguay que, con sistemas diferentes, asistieron a un claro proceso alcista de sus divisas, en relación al billete verde.

Es, precisamente, la activa intervención del BCRA la que suele generar fuertes debates entre los analistas.
En especial, en lo que hace a determinar cuál sería su cotización actual si el Central le soltara la mano.

Desde la consultora de Orlando Ferreres, Fausto Spotorno, afirma: "Si el Banco Central no interviniera, el tipo de cambio bajaría rápidamente. En tal sentido, una cifra cercana a $3,60 sería la que veo como más probable".

Gastón Rossi, analista del estudio del ex ministro de Economía Martín Lousteau, coincide con Spotorno. Considera que "con la mesa del Central fuera del circuito, seguramente se observaría una caída del dólar".

Rossi, incluso, estima que podría caer por debajo de los 3,50 pesos.

En sentido opuesto, Jorge Ávila, economista del UCEMA considera que "sin la intervención del Banco Central, lejos de caer a $2,80, el tipo de cambio subiría a $4,40. Y el motivo principal es la fuga de capitales".

Para Avila, "los años electorales nunca han sido tranquilos". Y a este hecho se suma el de un contexto internacional que se presenta como más agitado.

"Argentina es el país que más devalúa su moneda para financiar el déficit fiscal. Desde 2009 se volvió a intervenir para usar el tipo de cambio para recaudar fondos", señala el analista.

En tanto, el economista Tomas Bulat, sostiene que "si la entidad dejara de operar, el dólar bajaría en el corto plazo a $3,70 ó $3,80 pero posteriormente comenzaría a subir".

Bulat señala que "debe tenerse en cuenta que su cotización no depende de una sola variable. También influye que se prohíban las importaciones y se establezcan controles de cambio, políticas que no hacen más que generar incertidumbre".

"Un tipo de cambio a $3,70 aproximadamente no estaría mal", apunta Bulat que, además, destaca que "lo deseable sería que baje un poco, se deje de emitir y caiga en mayor medida la inflación. Esto resulta más competitivo que tener un dólar a $4,20 con un pulso inflacionario tan alto como el actual".

En medio del debate, aún resuenan las palabras de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, cuando aseguró que sin la intervención de la máxima autoridad monetaria, "costaría 2,80 pesos".

¿Por qué el dólar no baja entonces?

"El precio del dólar en Brasil bajó de 3 a 1,6. Si se hubiera aplicado una política similar, acá habría ocurrido exactamente lo mismo y hoy la inflación sería como en ese país, del 5% anual. Y no del 25% como en la actualidad", sostiene el polémico ex ministro de Economía, Domingo Cavallo.

Lo cierto es que ahora el billete verde "no la tiene tan fácil" si se le soltara la mano.
Es que el ritmo inflacionario cobró una vigorosidad tal que ahora se encuentra con tantas fuerzas que lo presionan al alza como a la baja.

En este sentido, los analistas explican que no es lo mismo dejarlo libre con una suba de precios del 5% que con una del 25 por ciento. Este último escenario -tal como se da hoy día- lo mantiene como rehén e impide que caiga su cotización nominal.

Pero además, dan cuenta de otro tema clave. El alto ritmo inflacionario, que disparó las demandas salariales y encareció los costos laborales (en dólares), hizo que al país le cueste más vender al mundo, a la vez que fue dejando a la industria nacional "víctima" del abaratamiento de los productos importados.

Y este peligroso juego de exportaciones corriendo muy por debajo de las importaciones no hizo más que desinflar el "colchón comercial" que, según advierten varios economistas, se reducirá drásticamente este año.

En definitiva, esto también -al igual que el ancla inflacionaria- funciona como una "cuña" muy fuerte que va impidiendo, con el correr del tiempo, que el dólar recorra un camino en declive, más allá de lo que formulara la titular del Central, Marcó del Pont.

"Es razonable sostener el tipo de cambio nominal. Pero lo que está sucediendo es que, en términos reales, se está dando un proceso acelerado de apreciación que afecta la competitividad", apunta Rossi.

Si debería costar $2,80, ¿por qué entonces se lo controla?

El interrogante está planteado y es una de las cuestiones que genera más controversias: ¿Por qué las autoridades reforzaron los controles sobre la compraventa de dólares si, tal como señalara Marcó del Pont, éste debería cotizar muy por debajo del valor que exhibe en las pizarras?

Al respecto, muchos analistas dan una respuesta contundente: el Gobierno necesita imperiosamente cuidar la "caja verde".

Aunque todavía sobran dólares en la economía, el Ejecutivo quiere curarse en salud. Necesita preservar las reservas para ser utilizadas para los pagos de la deuda pública, ante una posible aceleración de la salida de capitales en el año electoral", señala un informe del Banco Ciudad.

Sobre este último punto cabe destacar que el billete verde siempre ha funcionado como refugio para los argentinos ante la incertidumbre.

Si se acumulan señales de que el Gobierno está en problemas para mantener la economía en orden (por ejemplo si se repiten los cierres a las importaciones, o si a la industria nacional le cuesta cada vez más vender al exterior) la dolarización tenderá a acelerarse.

Para Andrés Mendez, responsable de AMF Consultores, "pese al excelente ingreso de divisas comerciales y al descenso que registró el riesgo soberano, los particulares y empresas continúan demandando dólares con cierta intensidad".

"En otros términos, ni los buenos precios y cantidades de la campaña agrícola, ni la menor aversión al riesgo argentino alcanzan a distraer la histórica pasión de los argentinos por dolarizar carteras", agrega Mendez.

El 2011 es un año electoral, y la historia dice que las salidas de capitales aumentan en estos períodos. La mayor incertidumbre que generan los comicios sobre el rumbo que tomará la política económica hace que el sector privado se incline más bien por fugar divisas o por postergar inversiones", consigna la consultora Analytica.

"Estamos cerca del momento en el que la gente va a esperar que el peso sufra una fuerte devaluación", apunta Cavallo.

Y argumenta que, si no fuera así, las autoridades no estarían imponiendo trabas a la salida de dólares por la vía de las importaciones y de compra de billetes.

"Estoy seguro que si eliminaran los controles de cambio, el Banco Central dejara de comprar dólares, pero siguiera anunciando que va a emitir pesos a más del 30% anual, el precio de la divisa lejos de bajar a $2,80, como dice Marcó del Pont, probablemente comenzaría a dispararse hacia arriba", afirma el controvertido ex funcionario, en línea con la postura de Avila.

Al respecto, un dato que llama la atención es el fuerte repunte que ha sufrido el "dólar blue" en los últimos días (es decir, aquél que se vende en las "cuevas" u ofrecen los "arbolitos" a quienes no quieren consignar su identificación).

En efecto, ya se comercializa en valores cercanos a los $4,16 cuando el de pizarra cotiza a $4,04.
¿Qué pasó en la región?

"En los últimos dos años Argentina fue el único país de América Latina que no dejó apreciar el tipo de cambio. Nosotros seguimos el tema muy de cerca. Miramos si su evolución afecta al crecimiento o alienta la erosión del sector externo. Y eso no está sucediendo", había señalado Marcó del Pont.

La funcionaria destacó que, entre 2008 y 2010, Argentina tuvo una devaluación nominal del 17%, mientras que -a contramano- en el mismo período predominaron los países que sufrieron una fuerte apreciación de sus monedas, como Brasil, Chile, Uruguay y Colombia, entre otros.

Tal como puede observarse, las monedas de los países vecinos se apreciaron en promedio alrededor del 25%. En sentido opuesto, el peso argentino devaluó un 16,8 por ciento.

Qué hubiese ocurrido si la moneda local corría con la misma suerte que las otras? El precio actual oscilaría entre los $2,60 y $2,85 por unidad.

Rumbos diferentes

Ante la consulta de este medio, el directivo de una de las consultoras privadas más requeridas por las grandes empresas y bancos de la city porteña, esbozó irónicamente una pregunta: "¿Por qué $2,80 y no $1,67 como cotiza el real hoy?".

En realidad, este interrogante encuentra una respuesta: el ritmo inflacionario. En definitiva, para el tipo de cambio real (no nominal) resulta similar un escenario de dólar alto con inflación que uno bajo sin ella.

Y estos caminos contrapuestos fueron los que han ido marcando diferencias entre Argentina (que eligió el primer rumbo) y Brasil (que optó por el segundo). Esta bifurcación, que comenzó a fines de 2004, se fue profundizando desde aquél momento a la fecha.

En ese entonces, el peso y el real cotizaban a cifras muy parecidas ($2,99 y $2,72 respectivamente), con una suba de precios que rondaba el 6,5% anual.

De allí en más, las políticas económicas se "divorciaron".

Ahora bien, si se observan las cotizaciones actuales de ambas monedas -ajustadas por el ritmo inflacionario- se llega a un resultado prácticamente similar, ya que las dos se ubican, en términos reales, por debajo de la mitad de los valores de partida.

EL Gobierno prefiere sostener la paridad nominal y pagar el costo de una inflación creciente, producto de los pesos que emite para lograr tal fin. Otros centran su preocupación en controlar la suba de precios, aun a costa de una apreciación de sus monedas", sostiene Agustín Cramo, analista de mercados internacionales.

Se puede fijar el valor nominal pero no el real

En definitiva, la variedad y dispersión de respuestas ante la pregunta de a cuánto cotizaría el dólar en un mercado sin intervención oficial deja en claro varios puntos.

En primer lugar, lo difícil que resulta establecer su valor en un país condicionado por una inflación que crece a tasas chinas y que posee una cultura fuertemente dolarizada.

En segundo término, la incertidumbre reinante respecto de cuál puede ser el rumbo de la economía y la reacción del público en un año electoral.

Pero, por sobre todas las cosas, hay un dato contundente: el precio nominal del dólar es relativamente fácil de manejar por un Gobierno. Y la Argentina, que ha ensayado todos los regímenes cambiarios, da prueba elocuente de ello.

Sin embargo, el tipo de cambio real es otra cosa muy diferente. La productividad, la competitividad y los costos internos no pueden ser controlados tan fácilmente: ahí sigue mandando el mercado.