lunes, 20 de diciembre de 2010

La difícil “tarea” de ser un “clase media”: revelan cuánto dinero necesita para vivir por mes

¿Pertenece usted a este segmento de la pirámide social? La mayoría de los argentinos se siente parte, aun cuando su recibo de sueldo diga otra cosa. La suba desordenada de precios de este año, según el rubro, permite inferir cuánto se necesitará en 2011 para no caer en la pirámide social. Las cifras.


La difícil “tarea” de ser un “clase media”: revelan cuánto dinero necesita para vivir por mes
 
"De clase media"... es la respuesta clásica, inmensamente mayoritaria, que se escucha cuando en las encuestas se les pregunta a los argentinos a qué segmento social pertenecen.
Como destacan los sociólogos e investigadores de mercado, los argentinos se sienten parte de este segmento aun cuando su recibo de sueldo diga otra cosa.
Pero los números son fríos. Y lo cierto es que, para decir con cierto grado de precisión que uno pertenece a este grupo socioeconómico de la pirámide social, se deben cumplir con requisitos de ingreso que nada tienen que ver con los $3.600 que marca el INDEC como salario medio del país.
Entonces, ¿cuál es la cifra "mágica" que abre la puerta de acceso al segmento clase media?
Según una investigación de la consultora Ecolatina -realizada en exclusiva para iProfesional.com- para un matrimonio con dos hijos en edad escolar el nivel de ingresos debe ascender a poco más de 12.200 pesos.
El siguiente cuadro permite apreciar cómo se desglosa el presupuesto de una familia representativa de este segmento socioeconómico:



Un escalón más arriba se ubica la canasta ejecutiva, que mide periódicamente la Universidad del CEMA.
En este caso, y tal como se desprende del relevamiento, un profesional residente en el área metropolitana requiere de unos $18.000 para poder hacer frente a su presupuesto familiar.
El desglose en los distintos rubros es el que se muestra a continuación:


Para la confección de la misma, la institución releva semanalmente algo más de 3.000 precios, con una alta concentración en productos de consumo habitual, incluyendo primeras marcas, colegios privados, turismo, autos, electrónica, entre otros, en negocios específicos localizados en barrios de ingresos relativamente altos.

Por lo pronto, hay un patrón común que va más allá de estas cifras ($12.000 en un caso, $18.000 en el otro) de por sí impactantes, si se tiene en cuenta el ingreso medio del asalariado argentino.
Y tiene que ver con que, en ambos casos, el encarecimiento de los alimentos corrió varios puntos por encima del índice general promedio.
Canasta clase media
En el primer caso, que hace referencia a una familia de clase media típica, el gasto familiar se incrementó 24% en un año.
En otras palabras, quien no haya logrado mejorar su ingreso por encima de ese porcentaje, habrá tenido que reacomodar su orden de prioridades, resignar algún gustito, o bien tomar papel y lápiz para ver cómo achicar proporcionalmente aquellos ítems que más impactan en su "set" de consumo.

Es verdad que muchos integrantes de la llamada "nueva clase media trabajadora" pudieron hacer frente a este guarismo, tras las fuertes subas salariales obtenidas. No así quienes están fuera de convenio.
Pero también es cierto que ningún gremio logró equiparar un repunte del 37%, como el registrado en el rubro alimentos.
De modo tal que cuanto mayor es el peso de este ítem en el componente mensual del gasto, mayor resulta el sacrificio que debe hacerse para que el nivel de vida no decaiga.
¿A quiénes afecta principalmente? A todos aquellos que no están en condiciones de indexar sus salarios regularmente, es decir, quienes cobran en negro, buena parte de los monotributistas, los que trabajan por cuenta propia y los empleados no convencionados.
Los alimentos se comen el presupuesto
La canasta que calcula Ecolatina está lejos de representar un nivel de vida lujoso.
En realidad, considera los gastos típicos de la clase media, tales como el colegio privado con subvención estatal (es decir, cuota reducida), vivienda alquilada en una zona promedio, cobertura médica prepaga con un plan familiar y un automóvil u otro bien comprado con un plan de pago mensual.
La investigación, además de los $12.000 que establece para 2010, permite "espiar" cuál sería el rango de ingresos que se requerirá conforme comience a transitarse el 2011.
Esto es así porque, tal como coinciden en afirmar distintas consultoras, difícilmente se registren cambios significativos en los aumentos relativos entre los distintos componentes que conforman los diferentes ítems.
En efecto, es altamente probable que los alimentos continúen escalando a tasas superiores a la de otros rubros y vayan por encima del aumento general de precios.
Y, asumiendo que en los próximos 12 meses la inflación se mantendrá con las mismas características que las de este año (por ahora nada indica que no vaya a ser así), puede inferirse que una familia clase media" deberá contar con un ingreso aproximado de $15.000, si es que busca mantener su actual estructura presupuestaria.
Pero más que la cifra en sí, el dato que llama la atención es que la composición de esta canasta está experimentando cambios acelerados, como consecuencia del proceso inflacionario.
En efecto, el rubro de alimentos y bebidas, que se encarece en términos relativos a una velocidad mucho más alta que la del resto de la canasta, va comiéndose una porción cada vez mayor del presupuesto.
  • Hace dos años, una familia de clase media debía destinar un 28% de su ingreso.
  • En la actualidad, aproximadamente un 31,4%.
  • Para 2011, la proyección hace referencia a un 34,5%.
¿Cómo es posible que, en apenas dos años, haya aumentado en más de seis puntos porcentuales su participación, en detrimento de casi todos los otros rubros del consumo?
La respuesta está en que el actual proceso inflacionario, lejos de ser uniforme, trae aparejado fuertes cambios de precios relativos.
En efecto, la suba de precios en alimentos fue del 37,2%, es decir, unos 20 puntos más que el resto de los rubros, que experimentaron un encarecimiento de "apenas" el 18,9 por ciento.

La dispersión de los aumentos es visible en el siguiente gráfico, que detalla cómo la inflación impactó sobre cada categoría de la canasta.


Este es el argumento por el que los economistas sostienen que la inflación perjudica, sobre todo, a los sectores pobres, en los cuales el rubro alimenticio puede llevarse hasta el 50% del presupuesto.
Amortiguadores
El hecho de que "equipamiento y mantenimiento del hogar", en el extremo opuesto al de los alimentos, sea uno de los rubros con menor incremento de precios explica también por qué se produjo durante este año el boom de compra de electrodomésticos.
"La gente, por lo menos en algunos sectores sociales, percibe como algo positivo el abaratamiento de los artículos importados y la posibilidad de viajar al exterior. Sin dudas, esto contribuye a mejorar el humor social", señalaron analistas consultados por este medio.
Pero el abaratamiento no sólo alcanzó a la compra de los electrodomésticos. También a las tarifas de servicios públicos, que han tenido poca variación.
Las propias compañías se encargan de ponerlo de manifiesto, señalando hasta irónicamente -por ejemplo- que el valor de la entrada a un recital se equipara a 15 años de suministro de luz:


¿Se profundizarán estas alteraciones de precios? Todo indica sí, habida cuenta de que en 2011 la inflación seguirá acelerando a distintas velocidades según el rubro (con alimentos en el carril más rápido, servicios en el del medio y tarifas en el lento).
"Querer reordenar los precios relativos de la economía de manera violenta, subiendo por ejemplo los servicios y tarifas sería un problema de fuerte impacto para el bolsillo de la clase media. Por eso es difícil cambiar el rumbo", sostiene Javier Casas Rúa, especialista en consumo de PWC.
¿Caro o barato?
Lo que está quedando en claro, en el momento actual, es que los ajustes de precios relativos implican algo mucho más profundo que una simple reasignación de fondos en el presupuesto de las familias.
Por el contrario, lo que está ocurriendo -tal como diera cuenta iProfesional.com- es que los argentinos encuentran un límite cada vez más difuso para distinguir lo caro de lo barato.
"Hoy ser clase media no es aquel que tiene el último equipo celular o un iPad, sino el que puede darse el gusto de comprar lomo en el supermercado para invitar a sus amigos a comer un asado", grafica irónicamente el analista de una consultora especialista en identificar patrones de comportamiento.
"En el consumo se está viendo algo muy extraño. Podemos observar a la gente en las góndolas de los súper con caras de gran preocupación, mirando los precios de las carnes y eligiendo el corte más barato, u optando por el producto que ese día está a 2x1. Mientras que, al mismo tiempo, son los mismos que están pensando en comprar un LCD, o en viajar al exterior, porque perciben las cuotas como baratas", apunta Daniel Vardé, especialista en consumo de la consultora Deloitte.
"Se va perdiendo la noción de qué bien resulta caro y cuál barato", coincide en afirmar Jorge Vasconcelos, director del IERAL.
¿Cómo se refleja este cambio de precios relativos? La estadística es contundente:
  • Tras siete años de crecimiento económico a "tasas chinas", el consumo de carne vacuna cayó al mismo nivel de 2002, uno de los mínimos históricos.
  • Al mismo tiempo, este año marcó el récord de venta de automóviles, televisores LCDs y mantiene la expansión de los teléfonos celulares.
Así, se da la situación sorprendente de que muchos productos antes considerados suntuarios (o "aspiracionales" en la jerga marketinera) hoy resultan accesibles para un amplio porcentaje de la población.
Y, en consecuencia, su posesión dejó de ser equivalente a un carné de pertenencia de una clase media a la que cada vez le resulta más fácil estar a la vanguardia tecnológica pero, a su vez, se la hace más cuesta arriba llenar el changuito en el súper.